The Real Prince Harry/El Verdadero Príncipe Harry
Written by Jay McAdams
Translated by Jesús Castaños Chima
Harry Belafonte was cool. He made Calypso cool. He made activism cool. A half century ago, before the Internet was even a sparkle in Al Gore’s eye, Belafonte was teaching the world about activism. Not the easy kind of activism either. Not the kind where you sit at home in your sweat pants and type on your computer that anyone who disagrees with you is wrong. Belafonte was a Black protester at a time when Black people in the U.S. couldn’t even sit at the front of the bus or at a lunch counter without risking their lives.
When I was a kid, I knew Belafonte only as a movie star. I didn’t know anything about his activism until I was an adult. But in fact, he was an activist long before he became a star. Inspired by WWII, his activism began not about U.S. civil rights, but against global tyranny. He became passionate about democracy and justice years before he became part of the American Negro Theatre and began his career in show business. He was the real deal activist before everyone was claiming to be one.
Not only did Mr. Belafonte stand for decency, but he did it the way he performed; with great class. He was smooth and suave and that was a plus for his activism, not a minus. He used basic humanity from which to talk about oppression. Belafonte and Dr. King understood the civil part of civil rights. So they wore suits and spoke with civility to their political opponents, even when their opponents deserved no respect at all. The civility of King and his activist brothers and sisters did not in any way diminish their vital message. In fact, the civility allowed their message to be amplified to mainstream audiences.
My hope is that today’s well-meaning activists will learn from Belafonte and his generation’s success. I hope young folks today will come to see that the older folks didn’t fail at race relations just because racism wasn’t eradicated from the earth. It never will be. But still, the civil rights movement was an absolute game-changer. The Civil Rights Act, The Voting Rights Act, Brown vs Board of Education, The March on Washington, Affirmative Action. These were huge things. National guard troops protected Black students so they could get into schools safely and our President knocked hateful southern Governors out of the doorways. In just a few years the movement had made it so that Black people could indeed sit at the front of that bus or at that lunch counter. It wasn’t perfect and there will always be work to do, but it was an overwhelming success for the activists of the era and the liberal Boomers and GenX’ers who followed in their footsteps.
Famous entertainers don’t have to put themselves out there like Belafonte did for decades and decades. He could have taken his fame and fortune and enjoyed life poolside without all the activism. Harry Belafonte never gave up on justice and used his celebrity for good. Not for LIKES, not for FOLLOWERS or FB FRIENDS. Mr. Belafonte did it the right way for the right reasons. Harry was a true prince.
“Good night, sweet prince, and flights of angels sing thee to thy rest.”
William Shakespeare
Escrito por Jay McAdams
Traducido por Jesús Castaños Chima
Harry Belafonte fue genial. Hizo que el Calypso fuera genial. Hizo que el activismo fuera genial. Hace medio siglo, antes de que la internet fuera un destello en los ojos de Al Gore, Belafonte estaba enseñando al mundo sobre el activismo. Pero no del tipo fácil de activismo. No de ese tipo en el que te sientas en casa con tus pijamas y escribes algo en tu computadora y en el que cualquiera que no esté de acuerdo contigo, está equivocado. Belafonte fue un manifestante de raza Negra en un momento en que esta raza en los E.U., ni siquiera podía sentarse en la parte delantera del autobús o en el mostrador de un restaurante a tomar el almuerzo sin arriesgar sus vidas.
Cuando era niño, conocí a Belafonte solo como una estrella de cine. No supe nada de su activismo hasta que fui adulto. Pero, de hecho, fue un activista mucho antes de convertirse en una estrella. Inspirado por la Segunda Guerra Mundial, su activismo comenzó no por los derechos civiles de los EE. UU., sino contra la tiranía global. Se apasionó por la democracia y la justicia años antes de formar parte del Teatro Negro Americano American y comenzar su carrera en el mundo del espectáculo. Era el verdadero activista antes de que todos afirmaran serlo.
El Sr. Belafonte no solo defendió la decencia, sino que lo hizo de la manera en que se desempeñó; con gran clase. Era suave y afable y eso fue una ventaja para su activismo, no una desventaja. Usó la humanidad básica para hablar de la opresión. Belafonte y el dr. King entendieron el lado civil de los derechos civiles. Entonces vestían trajes y hablaban con cortesía a sus oponentes políticos, incluso cuando sus oponentes no merecían ningún respeto. El civismo de King y sus hermanos y hermanas activistas no disminuyó en modo alguno su mensaje vital. De hecho, el civismo permitió que su mensaje se extendiera a las audiencias principales.
Mi esperanza es que los activistas bien intencionados de hoy aprendan de Belafonte y el éxito de su generación. Espero que los jóvenes de hoy se den cuenta de que los mayores no fracasaron en las relaciones raciales solo porque el racismo no fue erradicado de la tierra. Nunca lo será. Pero aún así, el movimiento de los Derechos Civiles representó un cambio absoluto en la historia de E.U. La ley de los Derechos Civiles, la ley de los Derechos Electorales, Brown vs Junta de Educación, La Marcha en Washington, Acción Afirmativa. Estas fueron cosas enormes. Las tropas de la Guardia Nacional protegieron a los estudiantes Negros para que pudieran ingresar a las escuelas de manera segura y nuestro presidente eliminó a los odiosos gobernadores del sur que se oponían al cambio. En solo unos pocos años, el movimiento había logrado que los Negros pudieran sentarse en la parte delantera de ese autobús o en ese mostrador de comida. No fue perfecto y siempre habrá trabajo por hacer, pero fue un éxito abrumador para los activistas de la época y los liberales niños de la postguerra y de la Generación X que siguieron sus pasos.
Los artistas famosos no tienen que exponerse como lo hizo Belafonte durante décadas y décadas. Podría haber tomado su fama y fortuna y disfrutado de la vida junto a la piscina sin todo el activismo. Harry Belafonte nunca renunció a la justicia y usó su celebridad para el bien. No para LIKES, no para SEGUIDORES o AMIGOS de FB. El Sr. Belafonte lo hizo de la manera correcta por las razones correctas. Harry era un verdadero príncipe.
“Buenas noches, dulce príncipe, que coros de ángeles arrullen tu sueño”.
William Shakespeare