Dia de los Living / Dia de los Vivos

Todavía disfrutando de la belleza del Día de los Muertos, la ironía para mi es que cada año, en este día maravilloso, todos nos enfocamos en los vivos, no los muertos. Si, los muertos están en el fondo, pero este evento se trata de los vivos. Ya que nuestra celebración ha crecido desde nuestro estacionamiento, a los estacionamientos de nuestros vecinos, a la calle en frente de nuestro teatro, a la vecindad entera de las calles 24 y Hoover, la cantidad de alegría se ha mantenido consistente con la expansión. 

Cada año tengo casi la misma experiencia. Cada año me sorprendo por la alegría que siento. Siempre veo a muchos de nuestros niños de la vecindad y sus familias celebrando. No he visto a algunos de ellos en un rato, y otros los vi ayer, pero todavía me saludan con tanto amor. Los abrazos y besos abundan. Y para esos amigos viejos con quienes me estoy poniendo al día, siempre tengo conversaciones refrescantemente profundas. Aun entre el rugido de las bandas, las conversaciones profundas ocurren sobre cómo les va en la universidad, o como sus hijos han crecido, o problemas con la salud o con el trabajo. 

En la celebración del Día de los Muertos de este año, tuve varias conversaciones profundas con ex-alumnos y padres y vecinos sobre las enfermedades en la familia. No esperarías tener una conversación íntima con alguien mientras parado en la calle con tu cara pintada, en frente de un escenario donde el gigante Louie Cruz Beltran te está serenateando. Pero eso mismo hicimos. No esperarías platicar con alguien sobre su divorcio reciente mientras esperando en línea para comprar una quesadilla. Pero eso mismo hicimos. Nunca anticiparías que un padre de un ex-alumno te confiaría en ti sobre los desafíos que tienen con su hijo adolescente mientras recogen caléndulas en el estacionamiento. Pero eso mismo hicimos. 

Pero las conversaciones no eran todo malas. La gente nos dice las buenas noticias también. Sobre trabajos nuevos, sobre becas, sobre bebés nacidos y buenas calificaciones. Nos introducen a sus novios y nos tomamos una fotografía todos juntos. Es el evento comunitario más bello del año para este gringo. Y mientras abrazo a nuestros vecinos en este día tan beneficial y miro a los niños decorando los altares, siempre tengo un poco de envidia y deseo que mi cultura tuviera un día festivo como el Día de los Muertos. Y luego realizo… si lo tiene. De verdad.


Still basking in the beauty of Dia de los Muertos, the irony for me is that every year this great day is all about the living, not the dead. Yes the dead are the backdrop, but the living are the point. As our 24th STreet celebration has grown from our parking lot, to the neighbors’ parking lots, to the street in front of the theatre, to the entire 24th & Hoover neighborhood, the joy quotient has remained consistent with the scale.

Every year I have much the same experience. Every year I am surprised by the joy I witness. I always see many of our neighborhood kids and their families celebrating.  Some of them I haven’t seen in a while, and some I saw yesterday, yet they all greet me with such love. Hugs and kisses abound. And for those old friends with whom I’m catching up, I often have refreshingly profound conversations. Even amidst the roar of the bands, deep chats happen about how they are faring in college, or how old their kids are now, or health issues, or job issues.  

At this year’s DDLM celebration, I had several deep chats with former students and parents and neighbors about family illnesses. You wouldn’t expect to have an intimate conversation with someone while standing in the street with your face painted, in front of a stage where the great Louie Crúz Beltran is serenading you. But we did. You wouldn’t expect to talk with someone about their recent divorce while waiting in line to buy a quesadilla. But we did. You just would never anticipate a parent of a former student confiding in you about the challenges they are having with their teenager while picking up marigolds from the parking lot. But we did.

But the conversations weren’t all dark. People tell us the good stuff too.  About new jobs, about scholarships, and newborn babies and good grades. They introduce us to their boyfriends and we all pose for photos together. It’s the most beautiful community event of the year for this gringo. And as I embrace our neighbors on this sweet day and watch the kids decorating altars, I am always a bit envious and I wish my culture had a holiday like Dia de los Muertos. And then I realize... it does. De verdad.


Jay McAdams