Soup to Nuts / Del aperitivo al postre

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What does Anthony Bourdain have to do with children’s theatre?  Most people would say nothing, but this theatre artist would say EVERYTHING.  Like most people, I only knew Anthony Bourdain from his TV shows. And like most folks, I loved the way he looked at the world, not through rose-colored glasses, but in a real and honest way, soup to nuts. He connected the food to the place, and that meant examining the good, the bad, and the ugly of those places he explored. That led him to look at the things that no other food show or travel show would ever dare to examine. Bourdain dared to include the underbelly of each place, but in an analytical way, without judgment. He trusted that we could handle it, and so he took us through the red-light district. He wasn’t talking about food in this neighborhood either, he was showing the real place, unvarnished and true.

Bourdain’s truth was his currency. Theatre also relies on truth. For our touring production of Walking the Tightrope, our set designer created a beautiful wooden ocean pier. I insisted on adding bird poop to the pier. It became a running joke among the crew because I was so fixated on making sure that the set was covered with bird poop.  I was proud of that added detail because most TYA (Theatre for Young Audiences) would never want to show that icky (even if realistic) aspect of a pier. Who wants a poopy pier, right? We do. It was an important detail if we were really trying to show the underbelly of that lovely English seafront. Without the underbelly, it’d be just another kid’s show. The kids in the audience are smart enough to recognize that there is indeed bird poop on the pier, like there is on every pier everywhere. It set the tone firmly in reality.  

I related to Bourdain because he was the bad boy of food shows and I see 24th STreet Theatre as the bad boy of children’s theatre. Our work doesn’t look like what most people think of as children’s theatre. We try to push the boundaries of the TYA genre in the same way Bourdain pushed the boundaries of food and travel show genres. And that is risky stuff, especially these days, when daring to cross a line might offend someone which could go viral and send your entire world collapsing in on you. Now is not the time to be a line-crosser like Richard Pryor or George Carlin, who pushed and pushed and pushed. But Bourdain pushed in this viral time and not only got away with it, he was loved for it.

Bourdain was a modern-day humanistic explorer. Unlike Columbus or Lewis & Clark, he was an explorer who truly came in peace. He came not to take, but to give, to learn, to understand, to empathize, to honor the people in that place, whether it was a waffle house or some back alley restaurant halfway around the world. He worked hard to understand the alchemy of each culture he featured. He was full of curiosity. He was also a man of great empathy, that fleeting emotion that so many of us today are trying to recapture, that feeling of caring about the world that has been shredded over the last couple of years by our leaders. Bourdain cared. That’s why we’re so upset by his loss. The world lost a voice of inspiration in Bourdain. There aren’t many prominent voices left that we can trust in this tribal time. Even fewer still who trust us enough to give us real information without fear that we’ll change the channel.

I think if Anthony Bourdain were to do a show about heaven it'd be in-line with 24th STreet's TYA version. It wouldn’t have the puffy white clouds or golden gates, but instead it'd look like a generic foreign city, both grungy and inviting at the same time. And there'd be no white robes, Bourdain would be wearing an old sweaty black t-shirt and jeans. The music wouldn't be harps or even classical, but rock and roll. The food would not be grapes on a silver tray. You'd eat whatever it is with chopsticks, and a beer. Everybody would be dancing in the streets and having fun. And if it were really heaven, Bourdain's insights would echo down those streets forever. 

 

 

¿Qué tiene que ver Anthony Bourdain con el teatro para niños? La mayoría de las personas diría que nada pero este artista de teatro diría que TODO. Como la mayoría de la gente, solo conocía a Anthony Bourdain por sus programas de televisión. Y como la mayoría de las personas, me encantaba su forma de ver el mundo, no a través de lentes de color rosa, sino de una manera real y honesta, del aperitivo al postre. Conectaba la comida al lugar, y eso significaba examinar lo bueno, lo malo y lo feo de los lugares que exploró. Eso lo llevó a ver las cosas como ningún otro programa de comidas o de viajes se atrevería a hacerlo. Bourdain se atrevió a incluir la parte vulnerable de cada lugar, pero de una manera analítica, sin juicio. Confió en que podríamos manejarlo, y entonces nos llevó a través del sector rojo. Él tampoco estaba hablando de comida en este barrio, estaba mostrando el lugar real, sin adornos y de verdad.

La verdad de Bourdain era su moneda. El teatro también se basa en la verdad. Para nuestra producción itinerante de Caminando en la cuerda floja (Walking the Tightrope), nuestro escenógrafo creó un hermoso muelle de madera. Insistí en agregar “caca” de pájaro al muelle. Se convirtió en una broma entre la compañía porque estaba tan obsesionado con asegurarme de que el set estuviera cubierto de “caca”. Estaba orgulloso de ese detalle añadido porque la mayoría de los TYA (Teatro para jóvenes audiencias) nunca querrían mostrar ese asqueroso, aunque realista, aspecto de un muelle. ¿Quién quiere un hacer muelle con “caca”?: Nosotros. Era un detalle importante si realmente estábamos tratando de mostrar la parte más vulnerable de ese encantador paseo marítimo inglés. Sin la parte vulnerable, sería solo otro espectáculo infantil. Los niños de la audiencia son lo suficientemente inteligentes como para reconocer que, de hecho, en el muelle hay “caca” de pájaro, como en todos los muelles de todas partes. Estableció el tono firmemente en la realidad.

Supongo que me relacioné con Bourdain porque era el chico malo de los espectáculos de comida y veo el Teatro 24 como el chico malo del teatro para niños. Nuestro trabajo no se parece a lo que la mayoría de la gente piensa como teatro para niños. Intentamos ir más allá de los límites del género TYA de la misma forma en que Bourdain hizo con los límites de los géneros de los alimentos y los viajes. Y eso es algo arriesgado, especialmente en estos días, porque atreverse a cruzar una línea puede ofender a alguien que podría volverse viral y enviar a todo el mundo a que caiga sobre ti. Ahora no es el momento de cruzar la línea como Richard Pryor o George Carlin, que empujaron, empujaron y empujaron. Pero Bourdain presionó en este momento viral y no solo se salió con la suya, sino que lo amaron.

Bourdain era un explorador humanista moderno. A diferencia de Columbus o Lewis & Clark, él era un explorador que verdaderamente venía en paz. Él no vino a tomar, sino a dar, a aprender, a comprender, a solidarizarse, a honrar a la gente de esos lugares, ya fuera una casa de gofres o un restaurante de callejón en algún ligar de alrededor del mundo. Trabajó duro para comprender la alquimia de cada cultura que presentó. Estaba lleno de curiosidad. También fue un hombre con un gran sentido de solidaridad, esa emoción fugaz que tantos de nosotros estamos tratando de recapturar, ese sentimiento de preocupación por el mundo que nuestros líderes han destruido en los últimos años. A Bourdain le importaba. Y a nosotros también. Es por eso que estamos tan molestos por su pérdida. El mundo perdió una voz de inspiración en Bourdain. No quedan muchas voces prominentes en las que podemos confiar en este tiempo tribal. Menos aún que confíen en nosotros lo suficiente como para darnos información real sin temor a que cambiemos el canal.

Creo que si Anthony Bourdain hiciera un espectáculo sobre el cielo, estaría en la misma línea con la versión del Teatro 24 sobre TYA. No tendría las nubes blancas hinchadas o las puertas doradas, sino que se vería como una ciudad extranjera común y corriente, algo descuidada pero invitante a la vez. Y no habría túnicas blancas, Bourdain llevaría una vieja camiseta negra sudada y pantalones vaqueros. La música no sería arpas o incluso clásica, sino rock and roll. La comida no sería uvas en una bandeja de plata. Comerían lo que sea con palillos y una cerveza. Todos estarían bailando en las calles y divirtiéndose. Y si realmente fuera el cielo, las ideas de Bourdain resonarían por esas calles para siempre.

Jay McAdams