How 9/11 Helped 24th STreet Find Its Role

On this anniversary of the Sept 11th attacks, we all remember where we were that fateful morning and what we felt. Although our little theatre in L.A. had no direct connection to the attacks, 9/11 played a significant role in 24th STreet’s development. Much of who we are today stems from the realization we had on Sept 11th & 12th , 2001. We had founded our theatre just 4 years earlier in 1997 and were still young and trying to create programming that appealed to university students at nearby USC. So we’d booked a traveling “erotic circus” (for adults only) from NYC for Sept 11th & 12th . We’d booked them the previous year and their wildly inappropriate adult circus was a big hit with the college students. So the next year, we figured, let’s book ‘em for two days.

Like most of us, I remember standing in front of my TV that morning of 9/11, not sitting, but standing slackjawed with my head literally in my hands as I watched the horrible events unfold on live TV. The only unique part of my experience that morning was realizing that I needed to cancel the porn circus that was in route to LA to perform at our theatre that night. That was a no-brainer. The entire country shut down immediately on 9/11, even all air traffic in the US had come to a halt. There would be no shows anywhere that day. So we sent emails to our audience announcing the cancellation.

It was the next day, Sept 12th, when we really learned our lesson. Because on that day, Mark Seldis, a pal and local theatre producer who then ran The Actor’s Gang theatre, called and asked me if the show would go on the evening of the 12th? Even if we’d been inclined to do the show on 9/12 while the whole nation was still in lockdown, this extremely erotic show, I told him, was soooooooo utterly inappropriate for the somberness of the day. But then Mark asked if I’d consider just opening 24th STreet Theatre that evening, just for the theatre community. He offered to bring some wine. “We’re all just so scared.” He said, “And we need to get out of our houses and be together.” We’d all been watching the towers collapse over and over again in slow motion for 36 hours, and life as we knew it had clearly changed, but we didn’t yet know to what extent. I realized that Mark was right. We were all terrified, and perhaps our little 99-seat theatre had an important role to play, at least for a small group in our community. These are the times when art can soothe and really make a difference (even with a hugely inappropriate show).

So I called the circus and told them that the show for Sept 12th was a go. Then I sent out a few emails announcing that the show would go on for free, but not really expecting anybody but Mark to show up. I still remember the empty streets and the shuttered stores as I drove to the theatre that evening. LA was a ghost town. I wondered if we were making a huge mistake that’d be interpreted as disrespectful and out of touch. As I drove past the empty downtown LA, where the Music Center, like everything else, was still closed, my doubt turned to confidence. We have a job to do for this city, I realized. I was relieved when people started to arrive at the theatre for the show. People were actually coming. But even more importantly, everyone was hugging and taking very real comfort from the very real people in the room, as opposed to the familiar voices of Peter Jennings and Aaron Brown we’d all relied on for the past couple of days. We were not alone.

We were together, for the first time in the hours following the unthinkable. We were a community, a city, a world. And that was so comforting! Coming together that night made us all realize that life as we had known it would indeed go on! And that was so powerful! For me, and for everyone who came that night. And it was packed, standing room only. It taught us that 24th STreet, our little theatre in LA, for those 150 people who crowded in on Sept 12th , had a vital role to play. Not just a role, but a responsibility. We had a responsibility to our community to begin the healing, even before the smoke had cleared. And we did. We opened our doors and helped our fellow man in a time of severe crisis. What we did that night, with the most inappropriate show ever... so clearly mattered. And to this day, it’s one of my proudest moments at 24th STreet Theatre. And it has helped us continue to make sure that what we’re doing at this little theatre really matters. We think of that night often and it helps guide us. And every year as the names are read aloud and the bagpipes play, I remember the silver lining in that dark cloud that hovered over Manhattan. There’s always a sliver lining. Even 20 years later.

En este aniversario de los ataques del 11 de septiembre, todos recordamos dónde estábamos esa fatídica mañana y lo que sentimos en ese momento. Aunque nuestro pequeño teatro en Los Ángeles no tenía una conexión directa con los ataques, el 11 de septiembre jugó un papel importante en el desarrollo del Teatro 24. Mucho de lo que somos hoy proviene del entendimiento que tuvimos el 11 y 12 de septiembre del 2001. Habíamos fundado nuestro teatro solo 4 años antes en 1997 y todavía éramos jóvenes y estábamos tratando de crear una programación que atrajera a los estudiantes universitarios de la cercana USC. Así que habíamos contratado un "circo erótico" itinerante (solo para adultos) desde Nueva York para el 11 y 12 de septiembre. Los habíamos contratado el año anterior y su circo para adultos, tremendamente inapropiado, fue un gran éxito entre los estudiantes universitarios. Así que al siguiente año, pensamos, los reservaremos por dos días.

Como la mayoría de nosotros, recuerdo estar parado frente a mi televisor esa mañana del 11 de septiembre, no sentado, sino de pie con la boca abierta y la cabeza literalmente en mis manos mientras veía los horribles eventos que se desarrollaban en vivo en la televisión. La parte que hizo única mi experiencia de esa mañana, fue darme cuenta de que necesitaba cancelar el circo porno que estaba en camino a Los Ángeles para actuar en nuestro teatro esa noche. Eso era una obviedad. Todo el país cerró inmediatamente el 11 de septiembre, incluso todo el tráfico aéreo en EU se había detenido. Ese día no habría espectáculos en ningún lado. Entonces enviamos correos electrónicos a nuestra audiencia anunciando la cancelación.

Fue al día siguiente, 12 de septiembre, cuando realmente aprendimos nuestra lección. Porque ese día, Mark Seldis, un amigo y productor de teatro local que entonces dirigía el teatro The Actor’s Gang, me llamó y me preguntó si el espectáculo continuaría la noche del día 12. Aún si nos hubiésemos inclinado a hacer la presentación el 12 de septiembre mientras toda la nación estaba todavía encerrada, este programa, extremadamente erótico, le dije, hubiera sido absolutamente inapropiado por la tristeza del día. Pero luego Mark me preguntó si consideraría abrir el Teatro 24 esa noche, solo para la comunidad teatral. Incluso se ofreció a traer un poco de vino. "Estamos todos tan asustados", dijo. “Deberíamos salir de nuestras casas y estar juntos". Todos habíamos estado viendo el colapso de las torres una y otra vez en cámara lenta durante 36 horas, y la vida tal como la conocíamos había cambiado claramente, pero aún no sabíamos hasta qué punto. Me di cuenta de que Mark tenía razón. Estábamos todos aterrorizados y quizás nuestro pequeño teatro de 99 asientos tenía un papel importante que desempeñar, al menos para un grupo pequeño de nuestra comunidad. Estos son los momentos en que el arte puede aliviar y realmente marcar la diferencia (incluso con un espectáculo enormemente inapropiado). Así que llamé al circo y les dije que el espectáculo del 12 de septiembre sí se presentaría. Luego envié algunos correos electrónicos anunciando que el programa continuaría gratis, pero realmente no esperaba que apareciera nadie más que Mark. Todavía recuerdo las calles vacías y las tiendas cerradas mientras conducía hacia el teatro esa noche. LA era una ciudad fantasma. Me pregunté si estábamos cometiendo un gran error que se interpretaría como una falta de respeto y fuera de contexto. Mientras conducía por el desolado centro de Los Ángeles, donde el Music Center, como todo lo demás, seguía cerrado, mi duda se convirtió en confianza. Tenemos un trabajo que hacer por esta ciudad, me dije. Me sentí aliviado cuando la gente empezó a llegar al teatro para ver el espectáculo. Era real, la gente venía. Pero lo que era aún más importante, era que todos se abrazaban y se consolaban de manera muy real con personas reales en la sala, a diferencia de las voces familiares de Peter Jennings y Aaron Brown en las que todos habíamos confiado durante los últimos días. No estábamos solos. Estuvimos juntos, por primera vez en las horas posteriores a lo impensable. Éramos una comunidad, una ciudad, un mundo. ¡Y eso fue tan reconfortante! ¡El estar juntos esa noche nos hizo darnos cuenta de que la vida como la conocíamos realmente continuaría y eso fue tan poderoso para mí y para todos los que vinieron esa noche. Y estaba lleno, solo había espacio para estar de pie. Nos enseñó también, que el Teatro 24, nuestro pequeño teatro en Los Ángeles, para esas 150 personas que se agolparon el 12 de septiembre, tenía un papel vital que desempeñar. No solo un rol, sino una responsabilidad. Teníamos la responsabilidad con nuestra comunidad de comenzar la curación, incluso antes de que el humo se hubiera disipado. Y lo hicimos. Abrimos nuestras puertas y ayudamos a nuestro prójimo en un momento de grave crisis. Lo que hicimos esa noche, con el programa más inapropiado de todos los tiempos ... claramente importaba. Y hasta el día de hoy, ese es uno de mis momentos de mayor orgullo en el Teatro 24. Y nos ha ayudado a seguir confirmándonos de que lo que estamos haciendo en este pequeño teatro realmente importa. Pensamos en esa noche a menudo y nos ayuda a guiarnos. Y cada año, mientras se leen los nombres en voz alta y suenan las gaitas, recuerdo el rayo de luz en esa nube oscura que se cernía sobre Manhattan. Siempre hay un rayo de luz. Incluso 20 años después.